Exposición a corazón abierto. Poemario finalista del Premio Editorial Universitaria de Poesía “Manuel José Arce” 2018, de José Arturo Monroy Cajas. Humanista. Estudiante de Lengua y Literatura en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Desde temprana edad siente una profunda inclinación por la expresión artística, gracias a su abuelo Oscar Cajas Loarca (pintor guatemalteco) quien lo guio en sus primeros tanteos líricos. Comenzó con la pintura y estudió música en el conservatorio Nacional Germán Alcántara.
Rostros Todo lo mudará la edad ligera Garcilaso de la vega ¡Oh, luceros que pasan irradiando recuerdos! Tiernos lienzos que anhelan tras lidiar con la vida un ausente color. ¡Oh, luceros que cantan inspirando unos versos! Muchos traen escarcha tras jugar con el Tiempo y otros son como el sol. ¡Oh, luceros ardientes, tenues almas presentes entre cada expresión! Nunca pierdan su idilio en la gris estación. * Sentencia con consentimiento firmé con mi sangre y despedí a mis sueños en su camino a la mar. Opté por la ostentación ante toda verdad y sustituí la caricia del sol por la luz de hospital. El blanco y su demencia era mi escenario habitual y creí que supliría toda carencia si brindaba mi sangre al ritual. * El infante y su perro El hombre peregrina a seis patas bajo la mansa lumbre de un mañana que no promete ni asegura la próxima caricia del sol. Desde la celda de su caja musical claman y piden a un padre celestial e indiferente encontrar los excesos de bonanza que han botado los más privilegiados. Bucean entre la podredumbre de la urbe, quizás con miedo, quizás con desazón, caen por las cuencas de la vida al vacío negro del dolor. * Tiempo muerto Me sospeché prisionero cuando el murmullo del reloj me advirtió del tiempo muerto. No creía en la precisión de su palabra, dudaba incluso del pulso en su garganta, pero terminó por ser puntual. Él me advirtió que crecerían aquellos barrotes que no recuerdo siquiera haber plantado. Pero, cuál fue mi sorpresa, haberlos vislumbrado retoñando y poder rodearlos con mis manos. Me supe entonces prisionero, Presa de mi firma, nombre y apellido. * El llamado La voz de las ideas mitológicas se cae de los Grandes Caballeros, abro el pecho y espero ciegamente el Llamado. Lúgubres carcajadas de lo ignoto simulan un soneto que he soñado, mas mi pluma presiente con certeza que no es el Llamado. La fértil melodía de las musas ofrenda sus delicias a mi alma, natura y sus trompetas claro anuncian: ¡Se acerca ya el llamado! Los moribundos rayos de a Estrella agrietaron la faz de nuestra madre revelando un sendero inexplorado: ¡Ese es el llamado! * Puertas Cuando el vacío escapa y tras mí anda, pronto el presente pierde su color; dejo a mis alas, suelto la baranda, y las arenas cantan sin temor. Sin tregua a la ficción, calzo otra piel, y como el caminante en laberintos voy trazando las puertas a cincel, dejando detrás el mundo que habito. Entre cada pasillo me reciben luceros del humano entendimiento irradiando el amor por la natura. Titanes y guerreros que conciben como eterno el sagrado emprendimiento de indagar en el lama y la cultura. * Despojos Al centro Histórico y sus cuadros cotidianos El hambre cambia rostro cada día; algunos son hostiles, otros tristes; y otros fueron malditos por el beso que el Sol ha proferido sobre ellos. La Decadencia vuela con su gracia sobre el huerto de las generaciones, —se percibe en la mueca silenciosa— y cae por sus cuencas ilusorias. La Muerte, en cambio, es más generosa. Da ticket de partida sin retorno, y se mofa del Tiempo y de sus quejas; arrebata la luz de los infantes, y del viejo mendigo. ¡Ay presente! ¡Ay Modernidad! ¡Cáscara incolora!